lunes, 1 de septiembre de 2014

¿Cómo podemos comprender mejor a nuestros hijos?



 Pues para comprenderlos mejor es imprescindible desarrollar la escucha activa...sí, sí...

                  ¡¡¡ESCUCHA ACTIVA!!!




 Ésta es una herramienta muy eficaz a la hora de comprendernos mutuamente. Normalmente nos oímos, pero no nos escuchamos y mucho menos de manera activa. Escuchar implica ir un poquito más allá que simplemente oirnos, es intentar ponerte en los zapatos del otro, y hacer silencio interior, controlar nuestro impulso de intervenir y opinar, es querer entender más que imponer nuestro pensamiento o criterio, que para eso, como bien dicen...



"Tenemos dos orejas y una boca, para escuchar el doble de lo que hablamos"




   Si aplicamos esto a nuestros hijos, es ofrecerles protagonismo a lo que ellos están viviendo. La comprensión nace de la escucha activa, evitando juicios morales, ideas preconcebidas, consejos o soluciones rápidas y sermones que nos alejan más de ellos. Para ello deberíamos de destronar tendencias tales como:
       

  1. Juicio: "Deberías...", "lo que tienes que hacer es..." esto de manera reiterado genera sensación de no haber entendido y de deber de cumplir órdenes sin posibilidad de cuestionarlas. 
  2. Ridiculización: "¡¡Mira qué mayor parece, si se pone hasta zapatos de tacón!!"  esto puede llevar a un estado de inferioridad, ridículo, incomprensión e incapacidad de maduración. 
  3. Etiquetación: "Eres un vago". Esto crea rechazo de la persona etiquetada y dificulta la comprensión, por parte de quien lo presenta,  del comportamiento que ha originado la etiqueta.  Las etiquetas generalizan, no hablan del ser de una persona, de los comportamientos, si no de unas acciones realizadas en un determinado momento. 
  4. Negativismo:"No das una". Genera pensamientos improductivos hacia lo que el otro puede o no hacer, llevando hacia posturas pesimiestas que invalidan las posibilidades de quien recibe el comentario.
  5. Momento: En ocasiones se emplean comentarios acertados en momentos inadecuados.


  En este punto podríamos preguntarnos:

¿Soy capaz de comprender los puntos de vista de los demás incluso en una discusión?

¿Cómo abordo las situaciones problemáticas de todos los días?

¿Soy capaz de escuchar lo que dicen los demás?

¿Ayudo a la gente a que reflexione sobre lo que está diciendo?

¿Cuál es mi tendencia más habitual?

¿Utilizo alguna tendendencia de las anteriormente descritas como negativismo, etiquetación...?

¿Qué efecto produce eso en mi hijo?

 

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